domingo, 26 de enero de 2014

Javier Negrete desvelará los secretos de Temístocles en nuestras XXVI Jornadas

Javier Negrete imparte clases de griego en el IES Gabriel y Galán de Plasencia y ha traducido a Plutarco. Su carrera como escritor es prolija y ha tocado distintos géneros —ciencia ficción, novela juvenil, fantasía épica y mitológica...— y en muchos de ellos ha sido reconocido con varios premios. Acaso venga a cuento destacar aquellas obras centradas en el Mundo Antiguo y de más reciente publicación. Por un lado destacan La gran aventura de los griegos (2009), Roma victoriosa (2011) y Roma invicta (2013), tres ensayos sobre la historia y las costumbres de griegos y romanos, escritas en un lenguaje ameno, divulgativo, a veces divertido, pero siempre con una profundidad, precisión y seriedad asombrosas, que los convierten en libros de placentera lectura y de utilidad para curiosos y amantes de la Antigüedad —y dicho sea de paso, para alumnos tanto de Bachillerato como universitarios—. Por otro lado, cabe resaltar su novela histórica Salamina (2008), que atrapa al lector desde la primera página y que muestra el gran conocimiento del autor en la figura de Temístocles y en las fuentes antiguas que de él nos hablan. Precisamente es de este personaje, Temístocles, el héroe —o no— de la batalla de Salamina, de quien va a hablarnos en nuestras Jornadas. Este es un avance:

Temístocles,  ¿héroe o manipulador del pueblo?


Temístocles es uno de los personajes más influyentes de la historia de Grecia, pero se da la paradoja de que muchos de los autores que hablaron de él pretendieron ningunear sus méritos. El primero, Heródoto, el historiador más cercano en el tiempo a las Guerras Médicas, que prácticamente le roba la estrategia vencedora en Salamina para atribuírsela a su amigo Mnesífilo, un personaje por otra parte desconocido. ¿A qué se debe esta inquina? Probablemente no al propio Heródoto, sino a sus informantes, que en buena parte debían de pertenecer a la aristocracia ateniense. Y ésta tenía bien claro el motivo de su rencor contra Temístocles: al convertir a Atenas en una potencia naval y otorgar un papel decisivo al pueblo llano que empuñaba los remos de los trirremes, arrebató a los nobles el monopolio del poder y llevó un paso más lejos la revolución que empezó con Clístenes y que prácticamente culminaría con Pericles. Puede afirmarse, pues, que Temístocles no sólo fue el gran triunfador de Salamina, sino uno de los padres de la primera democracia.


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