Preocupado
por la didáctica de las lenguas y cultura clásicas, es coautor (con M. Díaz y
J.L. Hernández) de dos libros de texto de Latín (Anaya 1976 y 1977), ha
participado en convenciones didácticas, ha sido Coordinador de COU durante varios caños y ha organizado en la Universidad de Cantabria cursos de Cultura Clásica, de Latín y de Griego.
Entre
sus líneas investigadoras destacan la epigrafía, la onomástica y la aculturación de los pueblos indígenas. Colabora en proyectos internacionales: reedición
del CIL II, Patronymica Romanica, Cultures et Societés en Lusitanie Romaine,
FERCAN.
Para el CIL II, recopiladas las inscripciones de la provincia de Badajoz, ha publicado el Catálogo
de las inscripciones cristianas de Mérida (con P. Mateos Cruz ); Catálogo de
las inscripciones imperiales de Augusta Emerita, y Badajoz
antes de la ciudad. De onomástica es la Colección Patronímica
Romanica; el Dictionaire Historique de l’anthroponymie romaine (PATROM):
Présentation d’un projet, Tübingen 1997; el Volumen II/1, L’homme et les parties du
corps humain 1, Tübingen 2004, y otros dos más. También Atlas antroponímico de la Lusitania romana, Mérida-Burdeos, 2003.
Respecto a los
cántabros; ha realizado excavaciones en Iuliobriga
(1980, 1981, 1982, 1983 y 1987), en Camesa de Valdeolea (1989), y ha publicado libros como Liébana:
toponimia e historia, contribuyó en La Memoria histórica de Cantabria, y recientemente, (con J. R. Aja y
M. Cisneros) ha publicado Los cántabros en la antigüedad. En La
historia frente al mito, (Santander, 2008) es coautor de varios capítulos.
El próximo sábado 7 de noviembre estará en nuestras XXVII Jornadas con la conferencia titulada:
Cultura
literaria en Augusta Emerita desde su fundación hasta el s. VII d.
C.
En
Augusta Emerita, como capital provincial, vivió un estrato social
culto del que han quedado pocos testimonios literarios
directos. Marcial
(I, 62) recuerda a Deciano, gloria de Mérida, como lo son Los
Sénecas y Lucano de Córdoba. En época visigoda “alguien”
redactó las Vitas Patrum Emeritensium. Y no se conoce nada más.
Otros
testimonios, los epigráficos, permiten entrever el nivel cultural de
los literatos y poetas anónimos. El latín utilizado en las
inscripciones es, en general, correcto. Hay incorrecciones
ortográficas, pero no excesivas. Por el contrario, son relativamente
abundantes las composiciones en verso (incluso hay una en griego), de
una calidad en ocasiones notable. Y este hábito continuó en época
tardorromana y visigoda. El
análisis de estos documentos permitirá ponderar el nivel cultural
de los emeritenses.
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